Bajo juramento, la madre de la niña contó que entre marzo y septiembre de 2020, llevó a su papá a vivir a su casa para resguardarlo de la pandemia por la Covid-19, debido a su avanzada edad.
Cuando la madre salía a comprar alimento para las aves, el hombre de forma sistémica tocaba el cuerpo de la menor de edad, bajo la amenaza de matarla a ella y a toda la familia si se resistía o revelaba el hecho.
La mujer reveló que en una ocasión el adulto mayor en estado etílico la insultó y le dijo que quería mandarlo de la casa para que no le haga nada a la niña. La confesión la habría hecho con palabras obscenas relacionadas con los abusos sexuales ejecutados en contra de la menor de edad.
Esto motivó a la mujer a acercarse a su hija y preguntarle si había sucedió algo con su abuelo y fue ahí cuando la niña le contó lo ocurrido. Incluso, le dijo que su abuelo intentó obligarla a que acuse a su hermano mayor y a su primo, como perpetradores de los abusos que él cometía contra ella.
La madre también testificó que la niña cambió su forma de vestir, al utilizar ropa de hombre y así frenar los abusos.
En la audiencia de juzgamiento, el fiscal Pío Palacios, demostró con este testimonio y los de los peritos que el adulto mayor cometió el delito de abuso sexual.
La Fiscalía indicó que cuando el Tribunal Penal le consultó al adulto mayor si quería dar su testimonio sin juramento, como parte de su defensa, el procesado se acogió al derecho constitucional del silencio.
En su fallo, el Tribunal precisó que en este caso se generó una conducta abusiva de parte del adulto mayor que interfiere con el desarrollo psicoafectivo de la niña.
La sentencia condenatoria también determina la entrega de mil dólares como reparación a la víctima y de doce salarios básicos unificados como multa.
