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En el templo del Camp Nou, donde los muros aún susurran los ecos de Lionel Messi, y las gradas esperaban un nuevo heredero con alma culé, un niño prodigio ha tomado el relevo. Lamine Yamal, con apenas 17 años, ha sido elegido para vestir el dorsal 10 del FC Barcelona, el número más sagrado del club. Un legado de oro que en los últimos años llevó Ansu Fati tras la marcha del más grande de todos los tiempos.
La decisión no es simbólica. Es una apuesta. Es una declaración de confianza absoluta. Yamal no solo representa el futuro del Barça: ya es parte crucial del presente.
Cuando Lionel Messi dejó el club en 2021, el 10 quedó huérfano. Durante 17 temporadas, ese número fue sinónimo de magia, liderazgo y goles históricos. Pero el Barça no tardó en buscar un sucesor simbólico.
Ese fue Ansu Fati, una de las joyas de La Masía, quien a sus 18 años asumió la responsabilidad de cargar con el peso del dorsal más icónico del fútbol moderno.
Fati, pese a las expectativas y su evidente talento, vivió un camino marcado por las lesiones y la irregularidad. En cuatro años ha disputado solo 54 duelos, con 14 goles y cuatro asistencias, muy lejos de convertirse en ese referente que la gente esperaba.
A sus 17 años, Yamal ya ha sido campeón de LaLiga, Supercopa de España, Copa del Rey, Eurocopa con España y Nations League.
