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Estiman que 770.000 habitantes serían afectados en caso de una gran erupción del Cotopaxi

Las sirenas suenan por largos periodos y por los altoparlantes se escucha la voz de una mujer. «Este es un simulacro, por favor permanezcan calmados» son las palabras que se oyen en los barrios de Quito, Rumiñahui y Latacunga cercanos a los ríos que nacen en el volcán Cotopaxi.

Esta es la señal que hace que los moradores salgan de sus casas y acudan a sitios seguros ante una eventual erupción del coloso.

La Secretaría de Gestión de Riesgos ha identificado que en 37 parroquias de las provincias de Cotopaxi, Pichincha, Napo y Tungurahua habría afectaciones por ceniza y lahares provocados en un evento considerado de magnitud.

El Cotopaxi, un coloso que tiene 5.897 metros sobre el nivel del mar, se reactivó el 14 de agosto del 2015. Tuvo nuevamente actividad desde octubre en el 2022 y ha mantenido emisiones de ceniza y gas con columnas que superan los 2.000 metros de altura. Así se recoge en informes del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.

Al momento, hay un volumen de magma pequeño que ha ingresado al interior del volcán y que es el que produce el material y la energía para generar las emisiones de ceniza. El director del Instituto Geofísico, Mario Ruiz, señala que se han contabilizado 4.000 toneladas de dióxido de azufre por día saliendo a la atmósfera del volcán.

Según las autoridades, 250.000 personas de las cuatro provincias que tendrían afectaciones por una erupción viven en zonas de incidencia de lahares.

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