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86 familias viven hacinadas en la ecoaldea de la Isla Santay

Gina Domínguez recibió en 2011 una vivienda de la ecoaldea en la Isla Santay. Como parte del proyecto, la casa fue diseñada con dos cuartos. Pero con el tiempo, tuvo que ampliar el inmueble para 10 personas: sus cuatro hijos y las familias de dos de ellos, que ya están casados.

Las 56 viviendas ecológicas construidas en ese año, son insuficientes para las 86 familias de la comunidad. Esta situación ha llevado a la construcción de extensiones improvisadas que comprometen la seguridad estructural de los hogares.

En la ecoaldea de Santay viven 320 personas, entre ellas 120 niños y 25 adultos mayores, quienes tienen problemas diarios para acceder a los servicios básicos. El agua llega apenas dos veces al mes, mediante una gabarra que llena un tanque elevado, a un costo de USD 300.

Las familias luego deben comprar tanques de 6 galones por 30 centavos cada uno. Llenar uno de 55 galones les termina costando USD 3 dólares, un precio considerablemente más alto que en sectores periféricos de Guayaquil o Durán.

Otro problema en la isla es el acceso a la electricidad, que también es crítico. Las baterías solares con las que se entregó las casas hace más de 13 años están en su mayoría inservibles.

Para suplir la falta de luz, la comunidad instaló generadores que antes de la crisis energética, costaban entre USD 300 y 400. Actualmente, hay unos 20 de estos artefactos en funcionamiento, que son compartidos por cuatro o cinco hogares, pero solo operan 4 horas al día.

La infraestructura turística es otra deuda pendiente. Caminar por el sendero es un desafío, hay huecos y tramos sin barandillas. Debido a esto, los habitantes deben tomar lanchas para llegar a Guayaquil por USD 1.

Jenny cruz, presidenta de la comunidad, señala que para ir a un centro médico antes podían elegir entre Durán y Guayaquil usando los puentes. Hoy la opción más cercana es el Guasmo, pero llegan en lanchas.

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