En un emotivo adiós cargado de respeto y gratitud, el cortejo fúnebre del expresidente José “Pepe” Mujica partió este miércoles desde el Palacio Estévez, en el corazón de Montevideo, marcando el inicio de una despedida nacional al líder más carismático y querido del Uruguay contemporáneo.
Antes de la salida del féretro, el actual presidente Yamandú Orsi colocó una bandera nacional sobre el ataúd, un gesto solemne que simbolizó el reconocimiento del país entero al legado de Mujica.
Fue una escena cargada de simbolismo, que reflejó el respeto profundo de las instituciones y del pueblo hacia quien gobernó entre 2010 y 2015, con un estilo marcado por la sencillez, la coherencia y la cercanía humana.
Miles de ciudadanos se congregaron alrededor del Palacio para rendir homenaje a “Pepe”, como todos lo llamaban. En silencio, con aplausos o lágrimas, lo despidieron reconociendo en él no solo a un exmandatario, sino a un hombre que vivió y gobernó fiel a sus convicciones, abogando siempre por la igualdad, la justicia social y la dignidad humana.
Su figura trasciende fronteras. Mujica fue símbolo mundial de austeridad y filosofía de vida simple, un político diferente que convirtió su chacra en casa presidencial y su discurso en una voz ética en medio del ruido político global.