ActualidadNoticiasPortadaSeguridad

Alausí está vivo en la memoria de sus adultos mayores

El paisaje montañoso de Alausí rodeaba al Hogar San Pedro. Era lo primero que veían sus 26 adultos mayores al recorrer los patios internos, donde pasaban la mayor parte del tiempo. Esos recuerdos mantienen vivo en su memoria a este cantón chimboracense fragmentado por la tragedia.

La tarde del 27 de marzo, un día después del deslizamiento que sepultó barrios enteros, el hospicio fue evacuado. Sus residentes salieron en buses a las 13:00, rumbo a Guayaquil. Casi cinco horas después llegaron al Hogar Corazón de Jesús de la Junta de Beneficencia, donde procuran mantener su cotidianidad en medio de un clima más cálido.

“En Alausí  salíamos de paseo a los parques y al río. Pero ya no podemos hacerlo desde el temblor”, cuenta con un toque de inocencia Marianita de Jesús Muñoz. El estruendo que causó el deslave fue percibido por los residentes como un sismo.

Traslado en menos de 24 horas

El Hogar San Pedro está en el sector La Palma, a unos cuatro minutos en auto de la zona cero de Alausí. Su infraestructura no sufrió daños, pero se decidió la evacuación por las limitaciones en el acceso a servicios básicos. El suministro de agua, por ejemplo, se cortó en algunos barrios tras el derrumbe.

“Además están en una parte céntrica en la que hay mucha alteración por las labores de rescate. Por eso se decidió el traslado en menos de 24 horas”, cuenta Susana Morán, gerente de hogares de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

Esta institución asumió la dirección del hospicio el 12 de diciembre del 2022. Mucho antes, desde su creación hace 35 años, era manejado por una fundación.

Todos los adultos mayores (16 mujeres y 10 hombres) y una parte de los auxiliares de atención directa viajaron al siguiente día desastre. De ellos, apenas cinco tienen familiares a quienes les comunicaron su traslado; otros vivían en la indigencia o han sido abandonados.

Ni la reciente tragedia ni el abandono de años atrás han logrado borrar la sonrisa de María Mendoza, a quien cariñosamente llaman ‘Cachitos’ por su peculiar peinado. En su silla de ruedas da la bienvenida a los jardines del Hogar Corazón de Jesús en Guayaquil, que por ahora es su refugio.

No habla. María, al igual que la mayoría de sus compañeros, sufre un tipo de discapacidad que le dificulta comunicarse. Pero para ella no hacen falta palabras; con un tierno gesto y extendiendo su mano dice mucho.

Deje su comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *