Hace más de 70 años, el gigante tecnológico IBM ya comenzaba a estudiar el ‘aprendizaje automático’, o la capacidad de las máquinas para descifrar enormes cantidades de datos, que se escapan de la menta humana.
Fueron los inicios de un término que hoy está en boca de todos: la inteligencia artificial (IA). Luego en 2014, otro gigante de la industria, Google, confundó DeepMind como un laboratorio para analizar la IA y tratar de llevarla a los usuarios finales.
Pero una empresa, creada como una organización sin fines de lucro, se le adelantó. Fue en noviembre de 2022, cuando OpenAI lanzó al mundo el bot ChatGPT y todo cambió.
A partir de allí, los usuarios ‘comunes’ de Internet descubrieron el poder de la IA generativa, y comenzaron a utilizar programas gratuitos para alterar imágenes o escribir libros enteros, vendidos luego en Amazon.
Esto ocurrió porque el ChatGPT «puso sobre la mesa un uso enfocado en personas, cuando antes estaba más segmentado en empresas», reconoce el líder técnico de IA y Data de IBM en la región, Andy Hong.
Si 2023 fue el año en que la IA alteró el planeta, 2024 será el momento para que el mundo pruebe los límites de la tecnología y sus vacíos legales.