La muerte del jefe de la milicia Wagner y de dos de sus dirigentes asestó un duro golpe al grupo paramilitar, aunque el modelo, indirectamente vinculado al Estado ruso, probablemente sobreviva, sostienen analistas.
Yevgueni Prigozhin, su mano derecha Dmitri Utkin y el comandante operativo del grupo Valeri Chekalov murieron el miércoles cuando el avión en el que viajaban se estrelló cerca de Moscú.
Desde entonces, los movimientos rusos de extrema derecha cercanos al sector militar lamentan la desaparición del grupo, señaló Lucas Webber, cofundador de la red de investigación Militant Wire.
“Describen una élite política y militar decadente, corrupta y desconectada de la realidad del frente. Prigozhin, en cambio, era considerado como un personaje valiente que no temía criticar a la jerarquía militar y visitaba con frecuencia a sus hombres en combate”, explicó a la AFP.
Por lo pronto, el presidente ruso, Vladimir Putin, se movió rápidamente y firmó este viernes un decreto que obliga a los miembros de grupos paramilitares a prestar juramento a Rusia, como hacen los soldados del ejército regular, dos días después de la supuesta muerte del jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin.
El decreto, publicado en la página web del gobierno, les obliga a jurar “fidelidad” y “lealtad” a Rusia y a “cumplir estrictamente las órdenes de los comandantes y superiores”.
Muchos analistas resaltan que Moscú, pese a los problemas, no puede prescindir de una herramienta como esa, que demostró su valía a lo largo de los años en África, Oriente Medio y en los combates de Ucrania desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022.