Los incendios forestales alcanzan cifras alarmantes este año en Guayaquil, con 1.256 emergencias reportadas y 2.318 hectáreas afectadas hasta el 4 de diciembre de 2024, según datos del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil.
Los incidentes relacionados con emergencias forestales se han más que duplicado con respecto a las 587 alertas atendidas en 2023. Mientras que las hectáreas afectadas se incrementaron en un 167.67% (aumentaron 2,6 veces) respecto a las 866 arrasadas el año pasado.
El incendio de alarma 3 de Cerro Azul (la máxima alerta por la prolongación en el tiempo y los recursos requeridos) se inició la mañana del lunes 2 de diciembre y se extendió por tres jornadas y 60 horas, hasta ser declarado totalmente liquidado la noche del 4 de noviembre de 2024.
Solo este largo flagelo calcinó 36 hectáreas de vegetación en un remanente de bosque seco tropical en el kilómetro 33 de la vía Perimetral (al oeste de Guayaquil) y provocó afectaciones a 82 hectáreas, provocando muertes y desplazamientos de una decena de especies, principalmente aves y serpientes.
“El 95% de los incendios forestales son provocados por actividades humanas, como desbroces y quema de desechos, o vidrios rotos que actúan como lentes concentradores de calor”, explica el capitán Carlos Salazar, jefe de la división técnica forestal ambiental del Cuerpo de Bomberos.
Factores climáticos y negligencia humana
Estas prácticas son recurrentes en zonas como Cerro Azul o en terrenos baldíos de la vía a la Costa (también al oeste de la ciudad); pero también en El Chorrillo, el bosque protector de Bosqueira y Lago de Capeira, en la vía a Daule, en la salida norte de la ciudad.
En El Chorrillo, la quema descontrolada ha puesto en riesgo instalaciones como el Terminal de Almacenamiento y Distribución de Gas Licuado de Petróleo (GLP) de Petroecuador, según el oficial.
En otras áreas como Samanes y la avenida Narcisa de Jesús (norte) también se han registrado este año incendios incluso de alarma 3, que pueden requerir el despliegue de recursos aéreos, apoyo de las Fuerza Aérea o Aero Policial, para descarga de agua desde helicópteros.
“El cambio climático ha alterado el ciclo del agua y pasamos de lluvias excesivas a extensas sequías, lo que llama la atención sobre los niveles de calentamiento y el cuidado ambiental”.
Carlos Salazar, jefe de Bomberos.
La prolongada sequía de 2024 agravó el problema. En contraste con las lluvias extendidas hasta junio de 2023 (cuando lo habitual es que llueva entre enero y abril), este año una limitada temporada de lluvias y la vegetación deshidratada se convirtió en un material combustible altamente inflamable, dijo.
“El mal uso del fuego es mucho más peligroso hoy porque la cantidad de material combustible ha crecido debido a la sequía”, advierte Salazar.