Transcurrieron doce meses más, y ¡hoy es Navidad! Se podría pensar que es poca cosa todos los momentos, días, lágrimas y angustias que recorrieron los caminos, para llevar las aguas al río de una nueva esperanza para nuestro ¡renacimiento!
La libertad, la paz y la reconciliación de las naciones pasa por un acto de enorme fuerza y coraje, que a veces falta en los hombres. A veces, después de suma violencia y destrucción absurda, es alcanzada por obra unánime de un misterioso propósito de llegar al fin de lo existente.
El ser más inteligente de las especies: el hombre, es el animal sobre el planeta tierra poseedor de la conducta reflexiva, pero que a la vez es el que tiene potencial para la más contradictoria de todas.
Llegó la Navidad para nosotros, los que desde Occidente debemos comenzar por el agradecimiento al Supremo Autor del Universo y sin complejos acercarnos al Oriente para transar un acuerdo mundial a partir de ahora, de hoy partiendo así sea de esa devaluada Naciones Unidas, para rescatarla, y rescatar así el impulso inicial de un organismo indispensable que debe salvar la Tierra y su maravilloso ecosistema.
Hoy, día de Navidad, damos gracias, juntos a nuestras compañeras y compañeros del maravilloso viaje, y decretamos que serán los mejores aliados para vivir, amar y seguir aprendiendo.
Dejemos el mejor legado a las generaciones que se inician, y desde el nacimiento de aquella Naciones Unidas, al nacimiento de hoy, digamos con amor y fuerza: ¡hoy es Navidad!