La selección ecuatoriana se quedó con las ganas de jugar los octavos del Mundial de Qatar, fue la recta final del sueño que culmina con tanta amargura, la TRI había despertado un combinado que no fue capaz de rescatar el punto que le faltaba frente a Senegal (1-2).
Los campeones de África merecieron la victoria, más incisivos, más decididos a ganar el encuentro que les permitía superar, por segunda vez en su historia, la fase de grupos de un Mundial, 20 años después de que alcanzaran los cuartos.
El ímpetu africano fue tan intenso que apenas dejó oxígeno a los de Alfaro para respirar, sometidos a los envites casi desde que se dio el pitido inicial, inaudible entre las salvas de tambores de la grada senegalesa.
Ecuador no se repuso, bregó en busca de nuevo del empate salvador, pero la fe esta vez no fue suficiente y tampoco apareció el talento.
La reacción fue fría, casi inexistente, como si Ecuador se resignara a una suerte cruel pero inapelable, rendidos a la superioridad de una Senegal que no le perdió la cara al encuentro. Fue una despedida triste para un Mundial ilusionante. Un adiós al presente para abrir pronto las puertas del futuro.