La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses propone un cambio inminente en la política y el comercio exterior de Estados Unidos con China, un país con el que no tuvo buenas relaciones bajo su administración anterior (2017-2021).
“Esperamos reforzar la comunicación, ampliar la cooperación y resolver las diferencias para un desarrollo estable, sólido y sostenible de las relaciones económicas y comerciales con Estados Unidos”, afirmó el portavoz He Yongqian de la cartera de Comercio de China, en respuesta a una pregunta sobre el incremento de los aranceles por parte de Trump.
Durante su campaña, el republicano dijo que aplicará tasas de hasta el 60 % a los bienes chinos, lo que augura más tensiones comerciales entre las dos economías más grandes del mundo.
“China está dispuesta a trabajar con Estados Unidos y generar mayores beneficios para ambos países y para el resto del mundo”, apuntó He, si bien para ello es necesario “respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación de beneficio mutuo”.
Las relaciones entre los dos países se deterioraron drásticamente durante la primera presidencia de Trump, con colisiones en planos como el comercial, el diplomático o el tecnológico y, ya con Joe Biden en la Casa Blanca, la tensión se reavivó con rifirrafes por Taiwán o las restricciones a las exportaciones a China de semiconductores y otra tecnología clave.
En 2018, tras llegar al poder por primera vez, Trump impuso varias tandas de aranceles a productos chinos por valor de unos 370.000 millones de dólares anuales, unas tres cuartas partes de las exportaciones del gigante asiático, a lo que Pekín respondió con represalias contra las exportaciones estadounidenses.
Este jueves, el presidente chino, Xi Jinping, felicitó a Trump por su victoria en las elecciones y abogó por una relación “estable, sana y sostenible” entre China y EE. UU., recordando que la cooperación beneficiará a ambas naciones.