El desorden que se generó en la antigua Penitenciaría del Litoral, de Guayaquil, durante los días del pasado carnaval (18 al 21 de febrero), pero no salió a la luz hasta que un video se viralizó en redes sociales. En las imágenes se observa cómo un grupo de reos se abalanza en contra de un interno, pero no para matarlo ni causarle daño, sino para ‘jugar’.
Sin embargo, la forma en que los presos disfrutaron del momento llama la atención, porque no lo hicieron de la manera habitual: echando agua, espuma, anilina o algún otro líquido o polvo, como se suele ver en las calles.
De lo que se puede notar en la grabación realizada por uno de ellos desde la parte alta de un pabellón, algunos reclusos se sacaron las camisetas -otros ya gargaban una prenda adicional- y las empaparon de agua para con estas golpearse entre ellos, como su forma de celebrar estas fiestas.
En el fragmento de video, que no supera los 18 segundos, se ve cómo la algarabía se toma a los ‘atacantes’, quienes gritan emocionados mientras someten en el piso a su ‘víctima’. Hay risas y festejos, pero también se percibe que están atentos, viendo de un lado a otro en espera del turno, porque probablemente a todos caerían víctimas de estos ‘juegos’.
En medio de todo el caos, entre los reos que gritaban y lanzaban los golpes con sus camisetas mojadas, había alguien que estaba en paz y que ni siquiera se veía afectado por lo que pudiera pasarle, porque incluso podía terminar aplastado. Se trata de un perro que aparece en escena por no más de cinco segundos.
Se desconoce si es la mascota del pabellón o de algún interno en específico. El artículo 275 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), que sanciona con prisión de uno a tres años el ingreso de artículos prohibidos a los centros carcelarios, no menciona la prohibición de entrar mascotas.