El amanecer en el cantón Piñas trajo consigo una mezcla de duelo y resiliencia. Mientras la ciudad llora a las víctimas del devastador aluvión, el esfuerzo por reconstruir la normalidad avanza poco a poco.
Las calles aún llevan las huellas de la tragedia que dejó el aluvión del pasado viernes 28 de febrero, pero también reflejan la solidaridad de quienes trabajan incansablemente para restablecer los servicios y brindar ayuda a los damnificados.
Las cifras oficiales revelan dos fallecidos, 15 heridos y unas 400 personas afectadas, mismas que corresponden a unas 60 familias, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) ha entregado bonos de emergencia.
En tanto, la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL) continúa sus labores para reestablecer el servicio eléctrico, permitiendo que la ciudad recupere su ritmo habitual.
El agua potable sigue siendo una prioridad. Con el apoyo de tanqueros de instituciones y empresas privadas, las familias reciben el suministro vital mientras se trabaja en una solución definitiva.
La alcaldesa de Piñas, Teresa Feijóo ha asegurado que se mantiene un monitoreo constante para acelerar la recuperación de todos los servicios básicos.
En el Coliseo José Gallardo, convertido en albergue temporal, ya se refugian 146 personas, y la cifra sigue en aumento. Muchas otras han optado por trasladarse a viviendas de familiares, según informó la Secretaría de Gestión de Riesgos.
El dolor por la tragedia es inmenso, pero en cada acción solidaria se refleja la esperanza de un nuevo comienzo. Piñas, con su gente fuerte y solidaria, demuestra que, aunque golpeada, no está vencida.