Unos 186 969 migrantes, la mayoría venezolanos, han cruzado la selva del Darién, la frontera entre Panamá y Colombia, en lo que va de 2024, en su camino hacia Norteamérica, según informó el Gobierno panameño. Según cifras ofrecidas por el Servicio Nacional de Migración de Panamá, de ese total:
- 122 616 son venezolanos
- 12 839 ecuatorianos
- 12 059 colombianos
- 10 757 de China
- 10 173 de Haití
- 2 051 de India
- 428 de Cuba,
- 16 046 son de otras nacionalidades
Solo en lo que va de este mes de junio han arribado a Panamá unas 16 955 personas, de las cuales 13 555 son adultos y 3 400 son menores de edad.
Hasta mayo pasado, los migrantes de paso por Panamá alcanzaron los 170 214, una cifra ligeramente superior a los 166 649 del mismo mes de 2023.
Organismos como Unicef esperan la llegada de 800 000 viajeros irregulares después de que en 2023 atravesaran el Darién más de 520 000 transeúntes, un 20% de ellas menores de edad y adolescentes, una cifra sin comparación.
El presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, quien asumirá el poder el 1 de julio próximo, ha prometido repatriar, con ayuda internacional y respetando los derechos humanos, a los migrantes que lleguen al país a través de la jungla.
Las autoridades panameñas han señalado al Clan del Golfo, la principal banda criminal de Colombia, como el encargado de organizar ese gran flujo migratorio y que en asociación «con panameños, con latinos, con indígenas y con colombianos intentan abrir rutas por el territorio panameño tratando de movilizar migrantes, explotándolos y llevándolos, creando campamentos clandestinos».
En ese sentido, Estados Unidos anunció la semana pasada recompensas por USD 8 millones por información que conduzca a atrapar a involucrados en el tráfico de migrantes del Clan del Golfo en la selva del Darién, «uno de los cruces más peligrosos del planeta».
Panamá recibe a los migrantes en unas estaciones con presencia de una decena de organismos internacionales, donde toma sus datos biométricos y les ofrece asistencia sanitaria y alimentación antes de embarcarlos en buses, que sufragan los propios viajeros, que los llevan hasta la vecina Costa Rica para que sigan su camino hacia Norteamérica.
En este contexto hay denuncias de violaciones a los migrantes, incluidas mujeres y niñas, a manos de grupos de criminales, así como robos y asesinatos.
Con información de: Ecuavisa