“Las mujeres deben dejar de pensar ‘Ella me lo quitó’ y empezar a decir ‘Él la eligió’”.

Con esta frase, Isabella Ladera, influencer venezolana, defendió su relación con el cantante colombiano Beéle, quien fue expuesto por una supuesta infidelidad por su esposa, Camila Rodríguez, madre de sus hijos. Isabella, señalada como la tercera en discordia, rechazó ser culpada de la ruptura de la pareja recalcando que “nunca le haría daño a una mujer”.

La situación entre Isabella, Beéle y Camila no es un caso aislado. En el mundo de la música, un episodio similar se vivió entre Christian Nodal, su ex Cazzu y Ángela Aguilar. El 23 de mayo de 2024, el intérprete mexicano anunció el fin de su relación con la rapera argentina Cazzu, quien acababa de convertirse en madre de su hija. Una semana después, sorprendió al público al ser visto con la hija de Pepe Aguilar, con quien confirmó su relación sentimental. En julio, Nodal y Ángela se casaron en una ceremonia privada, consolidando un vínculo que, según Cazzu, ella desconocía hasta que se hizo público. Posteriormente, Aguilar se hizo viral por un video donde decía “Yo ya gané” mientras celebraba su boda.

Ambos casos ejemplifican cómo terminar una relación y comenzar otra, después de una supuesta infidelidad, ha empezado a llamar mucho más la atención que antes por esta razón: los individuos que se convierten en amantes, o terceros en discordia, lejos de sentirse públicamente incómodos con la situación, llegan a asumir un rol de protagonismo e incluso un aparente orgullo.

¿Por qué se glorifica la infidelidad?

La psicóloga María López señala que estas dinámicas pueden estar influenciadas por una cultura que valora la validación externa y el protagonismo, incluso a costa del respeto hacia los demás. “En casos como estos, el orgullo de ser ‘elegido’ puede enmascarar inseguridades profundas. Es una forma de justificar la situación y proteger el ego”, explica.

Por otro lado, Daniel Martínez, psicoterapeuta, menciona que este fenómeno también refleja una falta de responsabilidad emocional. “Es más fácil culpar a un tercero que enfrentar el hecho de que alguien traicionó los valores y acuerdos de la relación original. Este enfoque evita el análisis profundo de los actos de las personas directamente involucradas”.

Estas son algunas de las razones por las que se normaliza esta conducta:

1. La búsqueda de validación personal

“Quienes aceptan ser amantes suelen tener una autoestima vulnerable y buscan validarse a través de la atención de otra persona,” explica López. Esta búsqueda de reconocimiento puede llevar a justificar conductas que, desde una perspectiva ética, resultan perjudiciales para todos los involucrados.

2. Competencia encubierta

El psicoterapeuta señala: “La percepción de que ‘ganaron’ a alguien en una relación puede alimentar una sensación de poder o superioridad.” Esta dinámica, a menudo inconsciente, refuerza la idea de que la relación es una especie de trofeo emocional.

3. Influencias culturales y normalización

Canciones, películas y narrativas populares han romantizado la figura de la otra persona. Esto crea una especie de legitimidad cultural para el papel del tercero en discordia, reforzando la idea de que el amor puede justificar cualquier acción.

4. Falta de empatía y visión a largo plazo

Martínez apunta que quienes se convierten en intrusos/as en una relación rara vez consideran el daño emocional a las demás partes. “Existe una desconexión entre el deseo inmediato y las consecuencias futuras, tanto para la pareja original como para ellos mismos,” explica.

¿Qué hacer si te conviertes en “la otra persona”?

Si te encuentras en la situación de ser “la otra persona” en una relación, es posible salir de ese rol y reconstruir relaciones basadas en el respeto mutuo. El primer paso para sanar emocionalmente es analizar las motivaciones detrás de tu implicación. Según la psicóloga, es importante entender si tu decisión fue impulsada por inseguridades, la necesidad de atención o simplemente por atracción. Reflexionar sobre estas razones te permitirá comprender mejor por qué llegaste a esa situación y cómo cambiarla.

Una vez que comprendas tus motivaciones, el siguiente paso es aceptar la realidad. Asumir que te has convertido en el tercer punto de una relación implica enfrentarse a la justificación de comportamientos poco éticos. Aceptar cómo tus acciones afectan a la pareja original y cómo impactan en tu bienestar a largo plazo es crucial para empezar a sanar.

El siguiente paso, según los terapeutas, es romper el vínculo con la relación en la que estás involucrado. Si todavía mantienes contacto con la persona, es fundamental cortar esa conexión para dar espacio a la reflexión y empezar un proceso de cambio. Romper ese lazo no solo beneficiará a las otras partes involucradas, sino que también te permitirá priorizar tus propios valores y emociones.

Además, buscar ayuda profesional es una de las mejores maneras de comprender los patrones emocionales que pueden haberte llevado a esta situación. Un terapeuta puede ayudarte a entender por qué repites estas dinámicas y a evitar caer en situaciones similares en el futuro. También es útil para reforzar tu autoestima y establecer límites claros en futuras relaciones.

Finalmente, es necesario cambiar tu perspectiva del amor. El amor no debe ser una competencia ni una lucha de poder. Cambiar la manera en que ves el amor y las relaciones te permitirá evitar el dolor y la desilusión que surgen cuando las personas se ven atrapadas en situaciones de infidelidad.

Superar estas situaciones requiere un trabajo profundo en la autoestima, los valores y el respeto hacia uno mismo y los demás. Tal como lo señalan los expertos, el amor verdadero no debería nacer de la traición, sino de la honestidad y el compromiso.