El gobierno de Estados Unidos sigue aumentando su despliegue militar en el mar Caribe, lo que eleva la tensión en la región y desatando especulaciones sobre una posible intervención en Venezuela. Oficialmente, la misión se presenta como una campaña para combatir el narcotráfico y el terrorismo, pero según analistas, diplomáticos y funcionarios, el verdadero objetivo es ejercer presión sobre el presidente Nicolás Maduro con el fin de provocar un cambio de régimen.
El despliegue militar, que incluye ocho buques de guerra, aviones espía, un submarino y cerca de 4,500 efectivos, además del traslado de cazas F-35 a Puerto Rico, es considerado por los expertos como desproporcionado para una simple operación de interdicción de drogas. El almirante James G. Stavridis, exjefe del Comando Sur del Pentágono, calificó el despliegue como un «exceso operativo» y una «clara señal» para Caracas.
Los recientes ataques estadounidenses contra tres embarcaciones, que según Washington traficaban drogas, han sido catalogados por Maduro como «crímenes atroces» y «un ataque de carácter militar sobre unas personas civiles». El mandatario venezolano ha acusado a Estados Unidos de intentar iniciar una guerra, mientras que el gobierno de Donald Trump lo califica de líder ilegítimo y lo ha acusado de ser un «fugitivo de la justicia estadounidense» con una recompensa por su captura.
Fuentes citadas por The New York Times afirman que, si bien la lucha contra las drogas es el pretexto público, la verdadera meta de estos ataques es «expulsar a Maduro del poder, de una forma u otra». El uso de fuerzas de élite de Operaciones Especiales en la región sugiere, para los analistas, la posibilidad de que se estén preparando ataques o incursiones de comandos dentro de la propia Venezuela, un escenario que evoca recuerdos de la invasión a Panamá para capturar a Manuel Noriega en 1989.
Además, el periódico reveló que un borrador legislativo está circulando en la Casa Blanca y el Capitolio, el cual otorgaría a Trump poderes para librar una guerra contra cárteles de la droga catalogados como «terroristas», así como contra cualquier país que los albergue. De ser aprobada, esta medida abriría la puerta a una ofensiva militar directa contra países como Venezuela, bajo la justificación de la lucha contra el narcotráfico.
Mientras la tensión aumenta, tanto el secretario de Estado, Marco Rubio, como el secretario de Defensa, Pete Hegseth, han confirmado que el ejército estadounidense seguirá llevando a cabo ataques en las próximas semanas. Estos líderes han utilizado un lenguaje similar al empleado en la lucha contra grupos terroristas en Medio Oriente, lo que ha generado preocupación en la región. Analistas, como Elizabeth Dickinson, del International Crisis Group, han interpretado los ataques como «disparos de advertencia que presagian la posibilidad de una nueva escalada».