¿Alguna vez le has dado vueltas a tus problemas mientras estás acostado en la cama, justo antes de caer en un profundo sueño? Es un hábito bastante común tenerla cabeza sobre la almohada y los pensamientos fluyendo como un río desbordado, pero lo que seguro no sabes es que esa postura, aunque cómoda, podría no ser la más adecuada para aclarar la mente.
Nazareth Castellanos, una experta en el tema, trae una nueva perspectiva sobre cuál es la mejor postura para pensar, reseña el portal Cuerpomente.
¿Cuál es la mejor postura para pensar?
Directora de investigación del laboratorio Nikara y cátedra extraordinaria de Mindfulness y ciencias cognitivas en la Universidad Complutense de Madrid, Castellanos, con un currículum impresionante que incluye estadías en el Kings College de Londres y el Max Planck de Frankfurt, revela una verdad interesante: la postura al pensar sí importa.
Cuando las personas se acuestan las neuronas son menos activas. Es como poner una venda en los ojos frente a los problemas.
“En general, cuando nos vamos a descansar, es un momento en el que solemos dar vueltas a los problemas, intentamos buscar soluciones a aspectos del día a día… Pues bien, ahora sabemos que cuando nos acostamos, cuando estamos tumbados, tenemos menos recursos neuronales, y entonces no solo pensamos peor, también amplificamos los problemas”, advierte Castellanos.
Pero no todo está perdido. Castellanos sugiere que, para esos momentos de meditación o reflexión, es mejor adoptar una postura más participativa, como estar sentados.
“La postura incide en el proceso del pensamiento”, dice, y añade que al estar erguido, se envían mensajes al cerebro que la persona está lista para enfrentar lo que sea que le preocupe.
“En relación a la postura, he incorporado que para pensar, mejor estar incorporada, sentada”.
Y, por si fuera poco, la experta también menciona que la manera en que la persona se posiciona afecta tanto en la forma como se piensa como en cómo se sienten.
Encoger los hombros puede hacer que el cerebro interprete ese gesto como una señal de estrés.
“El cerebro interpreta la postura y actúa en consecuencia. Al encoger los hombros, por ejemplo, el cerebro lo interpreta como estresante y en ese momento ya está activando estructuras cerebrales en mí diferentes de si están relajados; o si estamos más encorvados, se activan áreas de la tristeza”, afirma.
Castellanos recomienda que en vez de quedarse acostados, quizás es momento de intentar sentarse con la espalda recta y respirar profundamente.
“En el día a día, cuando practicas con la postura, estás haciendo que el cerebro se crea que estás más relajado, con menos estrés. Y, no solo la postura, también influye la cara, sus gestos”, precisa la experta.
La próxima vez que estén rumiando un problema bajo las sábanas, lo mejor es levantarse, sentarte y adoptar una postura más activa podría ayudar a la mente a ser más clara y a reducir el estrés innecesario.