Ecuador celebró este jueves el 104 aniversario del nacimiento de Oswaldo Guayasamín (1919-1999) con un concierto sinfónico dentro de la Capilla del Hombre, el museo construido en Quito por iniciativa del célebre pintor para rendir homenaje al ser humano y apelar a la integración iberoamericana.
El concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional de Ecuador resonó rodeado de las obras más emblemáticas del artista y en torno a la «llama eterna de los derechos humanos y la paz», que fue encendida en 2002, cuando se inauguró la Capilla del Hombre.
La velada, organizada por la Fundación Guayasamín y la Orquesta Sinfónica, contó con un aforo completo en el subsuelo de la Capilla construida en el cerro Guangüiltagua, donde se encuentran algunos de los murales, pinturas y esculturas más icónicas del «Pintor de Iberoamérica».
Bajo la batuta de la maestra Lorena Suárez, y con la participación de la cantante Alexandra Cabanilla y el violinista Santy Abril, la orquesta nacional ofreció un repertorio que contuvo la obertura de la ópera «Ruslán y Liudmila», el «Danzón número 2» y una suite de los mejores pasillos ecuatorianos.
Al inicio del concierto, el presidente de la Fundación Guayasamín, Pablo Guayasamín, hijo de Oswaldo, señaló que toda la familia estaba emocionada por tener la ocasión seguir la tradición de su padre de celebrar sus cumpleaños con amigos, comida y música en su casa.
«Invitaba a amigos a disfrutar con él de comida típica ecuatoriana y música. Más tarde empezaron a llegar a distintas fiestas amigos de diversos países de América Latina y el mundo, y él siempre los recibía con los brazos abiertos», recordó.
Por su parte, el director de la oficina de la Unesco en Quito y representante para Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela, Julio Carranza, destacó la obra de Guayasamín por su universalidad y por estar presente en diversos lugares del mundo como el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas, en España.
«Fue una persona, artista y ser humano excepcional, con obras llenas de pasión que expresan la biodiversidad de la cultura no sólo ecuatoriana sino latinoamericana, que existe antes de que la historia nos dividiese en distintas naciones», apuntó Carranza.
El representante de la Unesco incidió en que Guayasamín, «a través de su pincel, nos invitó a reflexionar sobre la condición humana, la injusticia social y la lucha por la igualdad», por lo que esta jornada «no sólo es para celebrar su vida y obra, sino también para expresar el deseo más ferviente de continuar la difusión y promoción de su legado universal».
Oswaldo Guayasamín nació en Quito el 6 de julio de 1919 en el seno de una familia humilde, en la que su padre era carpintero y su madre ama de casa.
Primogénito de una familia de diez hermanos, su pasión por la pintura la adquirió desde los ocho años, cuando ya reproducía cuadros y dibujos de estrellas de cine y paisajes en la quiteña Plaza de la Independencia.
El artista murió en Baltimore (Estados Unidos) el 10 de marzo de 1999, tras haber realizado más de 200 exposiciones individuales por América y Europa y haber retratado a grandes personalidades del siglo XX entre los que se encuentran el poeta español Juan Ramón Jiménez, la princesa Carolina de Mónaco, el poeta chileno Pablo Neruda y el presidente cubano Fidel Castro, entre muchos otros.