La crisis energética que atraviesa Ecuador ha complicado la rutina de millones de ciudadanos. Las interrupciones en el servicio eléctrico, que en su punto crítico llegaron a extenderse hasta por 14 horas diarias, han afectado hogares, negocios e instituciones educativas.
Aunque el Gobierno ha reducido recientemente los cortes a tres horas y el presidente de la República, Daniel Noboa, prometió su finalización en diciembre, la incertidumbre sobre el cumplimiento de este anuncio persiste.
En este contexto, el colegio Johannes Kepler, ubicado en el norte de Quito, destaca como un referente de sostenibilidad y resiliencia.
Esta institución educativa ha logrado generar hasta el 90 % de su propia electricidad mediante diversas fuentes de energía renovable, permitiéndole sortear las dificultades que suponen los apagones y garantizando la continuidad del proceso educativo.
Pablo Ponce, fundador y gerente general del colegio, explicó que la visión ambiental del Johannes Kepler no es reciente, sino que ha estado presente desde su fundación hace 34 años. “Desde el primer día nacimos con la intención de que al planeta no se le puede hacer daño, sino contribuir positivamente. Esa ha sido nuestra filosofía y no ha cambiado”, afirmó.
El colegio busca constantemente reducir su huella de carbono y fomentar la economía circular. Entre estas destacan la ausencia total de plásticos en sus instalaciones, el uso de focos y válvulas ahorradoras, la implementación de biodigestores para producir energía y abono, así como proyectos emblemáticos como la “Siembratón”, que ha logrado plantar más de 3 millones de árboles.
“Cada acción que realizamos tiene un propósito ambiental. Nuestros estudiantes, desde muy pequeños, crecen con la conciencia de que son guardianes de la naturaleza. Lo que aprenden aquí lo llevan a sus hogares y lo replican”, agregó el directivo.
Roberto Procel, docente de biología en la institución, explicó que el colegio cuenta con dos fuentes principales de generación de energía: una torre eólica y un sistema de paneles solares.
La torre eólica, ubicada a la entrada del campus, puede generar hasta 5.500 watts de energía en condiciones normales y alcanzar los 15.000 watts en su rendimiento óptimo. Es decir, si tuviera funcionamiento las 24 horas.
Esta capacidad permite abastecer el bloque más grande del colegio durante un lapso continuo de ocho horas, proporcionando electricidad a luces, tomacorrientes y equipos tecnológicos.
Por su parte, el sistema fotovoltaico consta de 64 paneles solares distribuidos en diferentes secciones del colegio. Estos paneles tienen la capacidad de producir hasta 500 kilowatts diarios, lo que complementa el suministro eléctrico en aulas, laboratorios y oficinas.
Una de las innovaciones más destacadas es el aula abierta “Eucaliptos”, un espacio diseñado para demostrar la viabilidad de las energías renovables en entornos educativos.
“Este espacio es completamente autónomo. No dependemos de cables ni del sistema eléctrico general. Tiene sus propios paneles solares y cuenta con internet, luces y equipos para el trabajo docente”, explicó Procel. En condiciones normales, el aula puede operar de manera independiente durante ocho horas continuas.
Además de las fuentes solares y eólicas, el colegio cuenta con un biodigestor que convierte residuos orgánicos en biogás. Este sistema recoge desechos de la cocina y de la granja del colegio, como restos de alimentos y estiércol de animales, que son procesados para generar metano.
“El biodigestor funciona con un proceso simple que combina agua, material orgánico y bacterias descomponedoras. El gas producido actualmente alimenta una cocina con fines académicos, pero la meta es ampliar su uso para cubrir más necesidades energéticas del colegio”, indicó Procel.
Este tipo de tecnología, además de ser una solución sostenible, permite a los estudiantes aprender de manera práctica sobre el manejo responsable de los residuos y la generación de energía limpia. “Es un proceso que incluso podría replicarse a nivel doméstico”, agregó el docente.
Este colegio promueve proyectos de siembra, reciclaje y ahorro energético. “Más del 45% de nuestras familias tienen huertos en casa. Los estudiantes aplican lo que aprenden aquí y comprenden la importancia de devolverle al planeta lo que nos entrega”, comentó Ponce.
La capacidad del Colegio Johannes Kepler para generar el 90 % de su electricidad lo ha convertido en un ejemplo, especialmente en momentos en que la crisis energética evidencia la necesidad de apostar por alternativas sostenibles.
“Estas acciones no las emprendemos hoy, vienen desde el primer año de vida institucional del colegio. Somos un campus que busca la autosustentabilidad y que educa a sus estudiantes en el respeto al planeta”, concluyó Ponce.
Existen varias instituciones educativas que también han implementado sistemas de generación eléctrica por medios sustentables. Por ejemplo, el colegio Alemán, tiene la capacidad de generar el 100 % de la electricidad que necesitan, pero esta generación es entregada al sistema eléctrico de la capital.
Un pequeño listado de colegios fiscales también tiene instalado paneles solares, pero se conoce que actualmente no están en funcionamiento, son paneles que se mantienen sin uso, por falta de gestión, según información reservada entregada a este Diario.